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Parque Logístico Santa María - Módulo A9

El trabajo está cambiando, pero las conexiones humanas prevalecen

 

De vez en cuando, es necesario alejarse de la oficina, así como de las presiones y desafíos continuos, pues es importante cambiar de ambiente y experimentar algo distinto como individuos y grupo.

 


Las empresas necesitan soñadores y soñadoras para sumar nuevas perspectivas y realidades a sus objetivos de negocio, por eso viajamos al Portal de los Sueños. 

 

El mes pasado cambiamos el correo electrónico, las oficinas y las videoconferencias por un encuentro cara a cara. Nos reunimos en un espacio abierto, sin computadoras y dimos lugar a una experiencia de autoconocimiento única.

 

Pasamos tiempo de calidad como equipo, recargamos baterías, nos conocimos mejor y, básicamente, conectamos a un nivel distinto al del día a día. Hicimos una introspección de forma individual y colectiva, regresando a lo fundamental pues sabemos que las respuestas siempre son hacia adentro.

 

Así, nos fuimos de «retiro espiritual como empresa» porque creemos que, a veces, el crecimiento requiere nuevas compañías, nuevas ubicaciones y nuevas mentalidades. 


A esta aventura sumamos a Mercedes González, nuestra guía y coach, quien nos aportó un nuevo panorama a nivel personal y profesional a través de un taller lúdico que nos cambió algo más que la perspectiva sobre el «deber ser».

 

 

Momentos de reflexión

Vivimos una época ajetreada donde los parámetros del éxito son más cuantitativos que cualitativos, mientras que, por otro lado, el tiempo es la moneda de cambio más valiosa porque es lo único que, aún con todos los avances tecnológicos, no podemos regresar ni detener. 

 

Bajo esta premisa, existimos y trabajamos hacia el progreso, pero ¿de quién o de qué?, ¿realmente hacemos lo que queremos?, ¿cuál es nuestro verdadero propósito?

 

Como tecnólogos, hablamos un lenguaje digital, empleamos herramientas digitales y nos desenvolvemos en un entorno digital. Podemos acortar distancias, proveer e intercambiar información sin límites, agilizar procesos, elevar la eficiencia, reducir costes y, en resumen, facilitarnos la vida y la de los demás. 

 

No obstante, creemos que lo fácil no siempre es lo mejor y la tecnología no es el fin, sino el medio. Por eso, antes de ser empleados, nos volvimos personas de nuevo y creamos un espacio donde, a través de varios ejercicios y juegos, volvimos a lo básico: «nuestra esencia humana y la capacidad de maravillarnos como los niños».  

 

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Menos tecnología, más conexión

En los negocios difícilmente hay treguas, el tiempo es dinero y un descuido puede costar la pérdida no sólo un cliente, sino de la reputación de la empresa. Pero, en nuestra experiencia, creemos que la salud de un negocio no se puede medir solamente en números. 

 

Al darnos la oportunidad de convivir fuera de las mismas paredes y de conmovernos mediante las actividades, reflexiones y conclusiones que extrajimos del taller, conectamos como personas y colegas, pero, sobre todo, fortalecimos la confianza unos a otros. 

 

Sin jerarquías, experimentamos otro tipo de interacción y cercanía entre directivos, gerentes y operadores, incentivamos la creatividad y la resolución de problemas, nos replanteamos nuestro propósito de vida, resignificamos nuestro quehacer diario y nos abrimos a lo nuevo y siempre inevitable: la transformación. 

 

soñamos despiertos

A raíz de este retiro, surgió una nueva consciencia sobre nuestros propósitos como individuos, como grupo y como empresa, pues concluimos que las decisiones ejecutivas más difíciles siempre implican procesos personales y debates morales para quienes los afrontan. 

 

En esencia, liderar y empoderar a un equipo de personas con habilidades, cualidades e, incluso, sueños distintos, es un enorme reto y, a la vez, un regalo. E indudablemente, un retiro espiritual empresarial es un desafío logístico, pero vale mucho la pena. Incluso, se requiere algo de arte y de ciencia para que tenga éxito. 

 

A puertas abiertas, compartimos nuestra experiencia sin el fin de vender algo, no hay producto, servicio o idea que comercializar en estas líneas. Sólo un aprendizaje sobre lo valioso de hacer a un lado los dispositivos y apostar por las interacciones humanas, de dimensionar el impacto de nuestro trabajo, de resetearnos y de sumar otras realidades. 


Finalmente, para nosotros en AK Digital, la lección más importante es que, así como se transforman las personas, consecuentemente las empresas reflejan dicho cambio. Y, de vez en cuando, es preciso hacer una revisión profunda de nuestros propósitos personales para escalar nuestro impacto como equipo y organización.

 

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